Mi padre solía armar aviones de aeromodelismo. Armó de todas las escalas, varios modelos, épocas y colores. Según me contó una vez, todo terminó cuando el terremoto del '85 acabó con gran parte de ellos. Desde ahí solo restauró los afectados y no volvió a armar. El aeropuerto se encontraba en la cómoda de su pieza.
Recuerdo haber "escalado" (lo digo así porque debo haber tenido unos 2 o 3 años y la cómoda era muy alta) para poder disfrutar de las distintas aeronaves que se encontraban próximas para el "despegue". Esto puede explicar de cierta manera que mi gusto por los aviones viene de mucho antes de lo que quienes me conocen creen.

Cuando la torre de control otorgó luz verde para despegar comenzó la pesadilla para los aviones. Sin tener conocimientos de volar, con mi hermano empezamos a jugar con ellos aún cuando NO eran juguetes. La cosa es que los aviones sufrieron grandes daños, sobre todo en sus ruedas cuando "intentaban aterrizar" sobre un terreno tan complicado como lo es la cama.

Después de "cumplida" la misión, los aviones debían volver a sus puestos y nuevamente nos preparábamos para llegar a la cima y estacionar las naves.

A pesar de lo maltratado que quedaban, mi padre nunca nos retó y tampoco nos llamó la atención. Sólo nos hizo prometer que cuando fuéramos lo suficientemente grande los arreglaríamos, y luego de 13 años comencé la reparación. Esto fue el 2001. Más adelante mostraré alguno de ellos.

En la foto de arriba se ve un Lancaster de la Royal Air Force que para muchos es el mejor bombardero nocturno de la segunda guerra mundial. En la otra se ve el Lancaster armado por mi padre y restaurado por mí.